ÁNGELES OTTEIN: LA BELLEZA DE UNA VOZ

Y LA HERENCIA DE UNA LABOR PEDAGÓGICA

Hermana de la célebre soprano compostelana Ofelia Nieto, Ángeles Ottein merece un lugar de honor en la historia del Teatro Lírico Gallego, Español, Europeo y Universal. Los amantes de la ópera podemos felizmente comprobarlo, a pesar de la calidad de las reediciones en soporte de Compact-Disc, en las grabaciones de la ópera Maruxa, de Amadeo Vives (compartida con su hermana Ofelia Nieto) y en el compendio de las sesiones de estudio entre 1930 y 1932 que hizo de Katiuska de Pablo Sorozábal (en esta ocasión al lado del barítono Marcos Redondo), entre otras. No en vano era conocida en Dinamarca como “el ruiseñor español”. J. Bautista Varela de Vega, en su monografía sobre Juan Montes, menciona a la “gran soprano ligera Angeles Ottein”. Sabemos que cantó en Italia los papeles protagonistas de óperas como Il Barbiere di Siviglia, Rigoletto, La Traviata, Lakmé, Die Zauberflöte, Hamlet, I Puritani y La Sonnambula. En los Anales del Metropolitan neoyorquino figura su nombre en la Temporada de 1922; interpretó los roles de “Lucia” (1 de Abril), “Rosina” (10 de Marzo y 5 de Abril) y “Gilda” (18 de Marzo), además de un recital compartido con otros cantantes (2 de Abril). Aunque no se conservaran grabaciones, e incluso sin tener en cuenta las palabras de Varela de Vega, disponemos de información suficiente para clasificar a Ángeles Ottein como una soprano ligera por el repertorio trabajado, así como por la interpretación que se puede extraer de la cita danesa.

Después de escuchar las grabaciones ya citadas, conviene señalar la belleza de su timbre, la controladísima y perlada “mezza voce”, integrada en una expresividad natural, exenta de afectación. Citamos a Hernández Girbal, quien tuvo la ocasión de escucharla en directo:

 

“Su voz es cálida, vehemente, purísima de timbre, con unos graves hermosos, un registro medio nobilísimo y unos agudos deslumbrantes... su fraseo era perfecto y su talento interpretativo notable...” (en F. Hernández Girbal, Otros cien cantantes españoles de ópera y zarzuela, pág. 283)

 

Ángeles Ottein, quien en el año1942 cambió su brillante carrera de cantante lírica por la labor docente, dejó ilustres alumnas como Pilar Lorengar, Inés Rivadeneira, Marimí del Pozo, Consuelo Rubio e María Luisa Nache entre otras. Sin duda su trabajo pedagógico queda también reflejado en las novas generaciones de cantantes: la escuela de la voz transparente, de clara dicción y agudos fáciles, buscando la homogeneidad tímbrica en todos los registros de la voz humana.

 

El Conservatorio Pau Casals de Puerto Rico y el Real Conservatorio de Madrid disfrutaron de sus enseñanzas. Accedió al centro madrileño en 1958 por oposición a cátedra y dos años más tarde se trasladó a la capital portorriqueña, invitada por el violonchelista español que daba nombre al centro de estudios mencionado.

 

Si todos los autores consultados coinciden en la fijación de su fecha de nacimiento el 24 de Junio de 1895, no ocurre lo mismo con el lugar en el que vio la luz nuestra ilustre soprano: “se disputan” el mérito las localidades de Algete (Madrid), Madrid capital y Santiago de Compostela. La solución más fiable parece la de Hernández Girbal, quien propone la villa de Algete “según partida de bautismo que poseemos” y también  la de Alcobendas Fernández, quien procuró consultar el Acta de Nacimiento: “En la villa de Algete ... nació en su domicilio el día veinticuatro del corriente...”. Giacomo Lauri-Volpi, que tuvo la oportunidad de compartir cartel con nuestra cantante en muchas ocasiones, se refiere a ella como “una española de Galicia”; y ella misma, en una carta dirigida al Presidente del Centro Gallego de Buenos Aires (que suponemos gallego), se despide como “su affma. amiga y paisana.” Cabe pensar que, a pesar de haber venido al mundo en la villa madrileña, ella se consideraba gallega.

 

Parece ser que Angeles Ottein ya había mostrado una afición a la música desde niña, quizás heredada de sus padres. Ambos poseían espléndidas voces e influyeron muy positivamente en educación y desarrollo musical de sus tres hijas: Ángeles, Ramona y Ofelia. (Sobre esta última, importante soprano, existe una completa biografía escrita por Antón de Santiago bajo el título Ofelia Nieto: una gallega en el olimpo del Bel Canto).

 

Desde muy joven estudió solfeo y piano con su madre y continuó su formación en el Real Conservatorio de Madrid. A los diecisiete años comenzó sus estudios de canto con el maestro Lorenzo Simonetti, el tenor que participara en el estreno de la ópera La Dolores de Tomás Bretón.

 

Dos años más tarde, con sólo diecinueve años, Ángeles Ottein debuta en el Teatro da Zarzuela con el comprometido rol protagonista de la ópera española Marina de Arrieta. Ya se había presentado en provincias con Maruxa de Amadeo Vives, que estrenara su hermana Ofelia unos meses antes con gran éxito. La crítica madrileña elogió la intervención de Ángeles Ottein:

 

“la Ottein no se arredró ante el peligro y cantó muy bien y con gran éxito. Repitió uno de los números del primer acto.”

 

Es fácil pensar que el crítico se estaba refiriendo al aria “Pensar en él”, de gran complejidad musical y técnica.

 

Europa e América se hicieron lenguas de los constantes éxitos de nuestra cantante, quien compartió cartel con grandes cantantes de su tiempo, como Tito Schipa, Beniamino Gigli, Titta Ruffo y Giacomo Lauri-Volpi. Este último le dedicó párrafos muy elogiosos en su libro Voces Paralelas:

 

“La Ottein cantaba la melodía veneciana haciendo como un eco desde la región central a la aguda, y la terminaba con un sobreagudo sutil, brillante, como un cohete proyectado en el espacio.”

No he tenido la suerte de escucharla en directo, pero he encontrado un documento sonoro que confirma la opinión anterior: la grabación de la romanza de Rosa de la zarzuela El Rey que Rabió de Chapí. Ángeles Ottein muestra una perfecta dicción, además de un fraseo elegante y una hermosa línea de canto. La romanza culmina en un Do sobreagudo emitido con nitidez, perfectamente proyectado y aderezado con un color que se asemeja al sonido de una flauta. Estamos ante una voz con personalidad, trabajada a partir de una técnica que asegura la emisión del sonido, bien apoyado “in maschera”.

 

En otro párrafo del mismo libro, Lauri-Volpi afirma:

 

“El efecto, infalible, maravillaba. “La sal española”, la sabrosa y desenvuelta gracia española hacía el resto, disimulando la corpulenta figura bajo la euritmia del movimiento y del gesto.”

 

Bajo este nuevo juicio del tenor italiano, podemos concluir que Ángeles Ottein configuraba unas interpretaciones muy completas gracias a su natural dominio del gesto, del movimiento escénico.

 

Durante su carrera, Ángeles dejó constancia de su buen hacer en la amada Galicia. En 1916 realizó una gira compartida con su hermana Ofelia; se presentaron en el Teatro Tamberlick de Vigo el 21 de Mayo. La Sociedad Filarmónica de la ciudad herculina acogería dos conciertos. El primero de ellos tuvo lugar el 13 de Octubre de 1922 en el Teatro Rosalía de Castro junto al barítono belga Armand Crabbé. Con él y con su cuñado Carlos del Pozo cosechó grandes éxitos en el género de la ópera de cámara; precisamente en la segunda parte del concierto coruñés interpretaron La Serva Padrona de Pergolesi. En 1925, justamente en la víspera del día de Santa Cecilia (patrona de la Música) y en el mismo teatro, ofreció un recital básicamente compuesto por canciones de concerto y acompañada por el pianista Miguel Berdion. En el programa de mano figura una cita del “New York Herald” que da cuenta del crédito y respeto que gozaba nuestra cantante:

 

“La limpidez de su voz, su entonación perfectísima, su enorme extensión; la igualdad de timbre y de todos los registros, la fluidez de sus maravillosos gorjeos, alcanzan en la OTTEIN una tan sorprendente excelencia, que al parangonarla con las virtuosas del bello canto no tiene nada que temer.”

 

Después de dos actuaciones en Pontevedra y Santiago, Ángeles cantó con gran éxito en La Coruña; estos conciertos formaban parte de la gira con la que se despedía del público español. Poco tiempo después contraería matrimonio en la Habana. La crítica local valoraba el concierto afirmando:

 

“Fue todo él arte y belleza.- Ángeles Ottein nos pareció ayer una “liederista” enorme. Pocas habrá por el mundo capaces de decir con un estilo tan justo, con tal elegancia, con manera tan expresiva (...), ni la superará nadie en la dicción graciosa, llena de animación, fraseada con limpísima claridad (...).”  

 

Con referencia a las tres obras virtuosísticas del programa, la “patrona” hacía un hermoso regalo a nuestra soprano:

 

“Ángeles Ottein (...) alardeó magistralmente del juego de garganta, (...) haciendo prodigios de agilidad y afinación.” (en La Voz de Galicia, 22 de Noviembre de 1925)

 

Todo un orgullo para el público gallego. Aplaudía en esta gira los éxitos de la soprano que tuviera a su cargo el estreno de las óperas El Pelele de Julio Gómez, y Fantochines de Conrado del Campo, escritas especialmente para ella.

 

Todos los textos consultados se quedan cortos cuando se escuchan las grabaciones que Ángeles realizó, así como cuando uno disfruta de la oportunidad de hablar con una de sus alumnas directas: Inés Rivadeneira. Ella honró a la maestra a lo largo de su carrera de cantante, y continúa haciéndolo como pedagoga del canto. Ángeles Ottein tenía una sana obsesión por cuidar las voces. Decía, según palabras de Inés, que “la garganta es el capital; el apoyo del aire, las rentas. Esas no se acaban nunca, pero el capital no se puede tocar.” Enseñaba que un cantante, cuando no está bien de voz, debe aprender a superar las dificultades con técnica: “con los dedos de una mano contarás los días en que vas a estar bien de voz.”

 

Era Artista y Pedagoga, además de tener una gran experiencia práctica sobre el escenario. Sus clases consistían en unos minutos de relajación, ejercicios de aire (procurando no cansar al alumno) y después trabajaba como si estuviera en el escenario. Trataba a las alumnas y alumnos como profesionales, dado que a ella misma “le salía la profesionalidad“ por todas partes. Se preocupaba de que en el escenario predominase la técnica por encima de un temperamento “fogoso”, en una línea similar a lo que Kraus llamaría “el control cerebral de la voz”.

 

Ángeles Ottein fue una persona educada y ceremoniosa; ofrecía confianza a sus alumnas y, al mismo tiempo, un respeto fuera de lo común. Era diva, pero de una manera natural. No aceptaba el divismo desproporcionado. De esta manera enseñaba a las alumnas a ser sencillas, aunque con carisma de divas. Ante el público, se sabía dominadora de la situación. Tenía autoridad a la hora de cantar: mostraba un aura que sólo se consigue después de haber disfrutado de muchos éxitos.

 

La autoridad de Ángeles Ottein queda bien reflejada, como ya hemos dicho, en sus grabaciones. A ella debemos también toda una generación de grandes cantantes y pedagogos del instrumento, en palabras de Schumann, “más bello, pero también el más difícil de tocar”: la voz humana.

 

Artículo publicado en gallego en la revista Cavatina, de la Asociación Galega da Lírica "Teresa Berganza" de Santiago de Compostela (Nº. 17, Julio-Septiembre de 2003, Págs. 22 y 23)